Día 2: Sleggar, el Caballero de La Muerte

Capítulo Primero:. De vuelta…
La débil lluvia caía lentamente sobre las calles. La luna jugaba a esconderse detrás de las nubes que cubrían el oscuro cielo. El vapor incesante proveniente de la boca de Juan corriendo rompía el silencio, sentía que se le acercaba lentamente. Sentía aquel aliento en su cabeza. Recuerda que hace un momento se encontraba robando las carteras a los pobres turistas que se aventuraban a salir de noche. Pero aquel no parecía un turista, parecía mucho más rico, una víctima idónea para esa noche. No había nadie más a su alrededor. La calle se encontraba completamente vacía, el momento era el adecuado. Sin embargo no era lo que parecía. Esos movimientos, esos ojos inyectados en sangre que se volcaron en él, aquellos colmillos... no…… no era humano...
Ahora mientras corría sentía el aliento en su cabeza. Cada vez más cerca. Tropieza y cae al suelo. Al levantar la mirada lo ve frente a él, allí de pie, mirándolo fijamente. No hay contestación. Sus colmillos se han clavado ya en su víctima. Juan pierde el conocimiento. El vampiro sorbe lentamente a su víctima. Después lo deja en el suelo, aún con vida.

- Veo que no has cambiado - dice una voz detrás del ser oscuro

-¡Sleggar! - exclama el vástago - ¡Jodido Bastardo! ¿Dónde te habías metido todo este tiempo?

- He estado ocupado. Ahora mismo tengo un asunto entre manos. Pero el otro día recibí una carta de Lazarus, dime ¿podrías avisarle de que he llegado y que me atienda lo antes posible?

- Bien, creo que está ahora mismo en el “Lobos”. Aunque si te ha citado aquí no será para recordar viejos tiempos.

- Ya lo sé, y creo que tiene algo que ver con lo de la muerte de Miguel – Sleggar recuerda en ese momento como la cabeza de su amigo se separaba de sus hombros en el momento en el que lo mataba - además creo que él sabe quién fue el que controlaba los hilos de su mente.

La Paz… pensaba, hacía ya demasiado tiempo que la había abandonado. Después de la muerte de su sire y lo acontecido con el ventrue Salmerón. Era demasiado arriesgado volver. Demasiados enemigos, pocos amigos, dolor y muerte en esta ciudad. Demasiado para olvidar, poco para recordar. Sus pensamientos divagaban mientras caminaba hacía el “Lobos”, un bar de mala muerte situado en la zona norte. Lleno de tipos que creían ser duros, y que se dedicaban a beber cerveza y a vacilar sobre lo fuerte que son. Un lugar poco idóneo para Jordi Lazarus, uno de los pocos conocidos de Evaluna, su sire, que tuvo la oportunidad de conocer. Lazarus, aunque parezca mentira por su aspecto es un toreador. Una larga gabardina negra cubre todo su cuerpo. El pelo engominado hacia atrás. Las gafas de sol daban un toque aun más siniestro en su aspecto. Antaño aliado de Luna, ahora la única esperanza de encontrar al culpable de lo que está sucediendo ahora.

- De nuevo estoy de vuelta en Bolivia…..


Capítulo Segundo: Viejos Recuerdos
- Veo que por fin te has decidido a venir - Exclamó Lazarus cuando me senté - El tiempo apremia y no hay que perderlo en tonterías. Aunque claro, no podía esperar menos de un Brujah, siempre tan impuntuales. Pero creo que me estoy yendo por las ramas, ¿qué tal el viaje?

- Acabo de llegar - respondí - Creo que lo mejor es tratar este asunto cuanto antes. Recibí tu carta el otro día. El carácter de urgencia que tenía me ha obligado a venir apresuradamente de Praga y a dejar unas investigaciones que tenía pendientes.

- ¿Investigaciones? - respondió Lazarus mientras se llevaba la copa a los labios - ¡Virgen Santa! ¿Desde cuándo te dedicas a investigar? Caramba Sleggar ya no pareces el chiquillo que huyó de La Paz hace ya tantos años. Y dime ¿puedo saber que estás investigando ahora?

-Estoy intentando dar con un vampiro llamado Leonel Pisanob. Él en cuestión mató al mentor de alguien que conocí en Praga, Yselaa Rouge, otra Brujah como yo. Aunque hasta ahora no he conseguido mucha información, pero espero terminar cuanto antes con este asunto y volver a Praga.

- Bien - continuo Lazarus - te he hecho volver porque va siendo hora de que sepas todo acerca de Luna. - Hubo una pausa, Lazarus miró fijamente al vacío que había delante de él - Creemos que va siendo hora de que sepas cuál es tu destino.

- ¿Mi destino? ¿Se puede saber de qué coño estás hablando Jordi? ¿Y qué es eso de "creemos", cuánta gente hay metida en todo esto?

-La única respuesta de Lazarus fue la de "acompáñame"--

Tras levantarse, acompañé a Lazarus hacía la salida. Nos encaminamos hacia su hogar. En la zona sur, se encontraba su refugio. Un pequeño Chalet aunque eso sí muy bien acomodado. Llamó a la puerta y un ghoul nos la abrió. Me miró de arriba abajo.

- Pasará el día aquí - le dijo Lazarus - prepara la habitación de invitados para que su instancia aquí sea lo más cómoda posible - El ghoul hizo un ademán de afirmación y subió las escaleras - Espero que te guste la habitación que te he preparado Sleggar.

- Cualquier sitio donde pueda descansar será de mi agrado Lazarus. Ahora por favor explícame a que viene eso de mi destino.

- Tranquilo, mejor será que te lo cuente mañana, porque hoy creo que tendrás otro asunto que tratar - pude ver como el rostro de Lazarus se ponía serio - Por si no lo sabías ella está aquí.

- ¿Ella? - sentí un ligero escalofrío recorrer mi cuerpo - ¿Cuándo volvió? ¡No me jodas Lazarus! Si es una de tus bromas no tiene gracia.

- Te digo la verdad Sleggar. Ella se encuentra aquí. Vino en cuanto se enteró de que volvías.

Ella, no podía ser, de nuevo tras tanto tiempo volvería a verla. Un siglo es demasiado tiempo, aunque uno sea inmortal, para estar alejado de la persona a la que amaste al final de tu vida. Recuerdo como la conocí en Sucre. Por aquel entonces estaba a punto de partir hacia La Paz en busca de un oficio al que dedicarme. Mi padre celebró una cena de despedida donde conocí a la hija de uno de sus amigos, Sandra. Nos fijamos el uno en el otro y rápidamente nuestro amor floreció. Los meses pasaron y nos juramos que jamás nos olvidaríamos. Por desgracia yo tuve que partir a La Paz.

Sin embargo un día, mientras volvía de la naciente facultad, me la encontré esperando en la puerta de donde me alojaba. Parece ser que su padre estaba en la ciudad de negocios y la había permitido acompañarle. Jamás imaginé lo que iba a ocurrir ese día.



Capítulo Tercero: Oscuridad

Llevaba un par de meses en La Paz. Me solía relacionar poco con la gente. Tenía un pequeño grupo de amigos con los que solía salir por las noches de fiestas. Samuel, Miguel y Beatriz. Todos eran hijos de padres adinerados, ricos nobles. Lo que yo ignoraba en aquella época era que Beatriz se había enamorado de mí. Ella no sabía nada de Sandra. Y me imagino cual fue su sorpresa cuando nos vio juntos aquella tarde cuando volvíamos a mi alojamiento.

El padre de Sandra iba a estar en la ciudad durante una semana con lo cual tendríamos siete días para nosotros. Paseábamos por la ciudad, charlábamos reía de mis estupideces y yo me perdía en sus grandes ojos castaños. Entonces el último día antes de partir me armé de valor y me presenté en la habitación de Sandra. Me puse de rodillas y allí la pedí que se casara conmigo en cuanto volviera a Sucre. Ella aceptó y mi alegría fue inmensa.

Pero, tras la marcha de Sandra, y con la noticia de mi compromiso en oídos de todos mis amigos, comenzó el acoso por parte de Beatriz. Yo me negué a serle infiel a Sandra, pero ella insistía. Jamás creí que llegaría al extremo al que llegó la noche del 12 de abril de 1840.

Ese día apareció Beatriz con un grupo de policías. Me había acusado de violación y artes oscuras y de que había dejado embarazada a Beatriz mediante la hechicería y la magia negra. Esas acusaciones y las "propinas" que pagó la familia de Beatriz al tribunal que me juzgó me llevaron a pasar las torturas más inimaginables en las celdas de la prisión.

Allí tuve la desgracia de conocer a Salmerón, un ventrue de bastante importancia en la sociedad vampírica de la época, y que, como supe más adelante tenía contactos con los grupos anarquistas para quitar el poder a Fernando, el príncipe de la ciudad, y quedárselo él.

Mi encierro culminó cuando Salmerón me roció el cuerpo con sangre de vampiro y me dejó tirado en medio de la nada para que un hombre lobo me despedazara. Sin embargo no contaba con la aparición de mi futura sire Evaluna, una brujah de sexta generación. La verdad que no tuve otra tentativa, era la muerte a manos de un hombre lobo o la posibilidad de vivir y vengarme de Salmerón. Esa misma noche fui abrazado. Esa noche murió Sleggar.

La noticia de mi muerte sumió a Sandra en el dolor y la tristeza. No comía ni salía ya de casa. Su salud comenzó a ceder. Y finalmente enfermó. Cuando me enteré de la noticia fui a Sucre para poder verla por última vez. Oculto en las sombras podía ver su palidez, su cuerpo consumido y moribundo. Esa noche cometí el error de entrar a la habitación, pero necesitaba hablar con ella, no podía verla sufrir así.

- S...Sleggar - dijo ella - Me dijeron que habías muerto - en su mejilla corrió una lágrima - Pensé que estabas muerto.

- He venido a despedirme. Siento que esto sea así, pero no podremos volver a vernos más.

- ¿Por qué?. Ahora vuelves y me dices que te vas. Me dices que no voy a volver a verte. Sleggar por favor dime ¿qué te ha ocurrido?.

- Ya no sé lo que soy. Sandra, realmente estoy muerto. Ya no soy el que conociste. Ahora soy un vampiro. Por favor Sandra compréndelo. No puedo volver a verte, tu vida correría peligro. Ahora pertenezco a un mundo diferente al tuyo.

- Por favor Sleggar, te he perdido una vez, no quiero volver a perderte. Por favor llévame contigo. Sin ti lo único que me queda es la muerte. Por favor Sleggar llévame contigo...

- No puedo - mis ojos se humedecieron - no puedo... por favor compréndelo. Tienes que vivir. Por mí, tienes que vivir. ¡Por lo más sagrado! Sobrevive, vive. Tan sólo quería verte por última vez. Por favor no te olvides de mí.

Me dirigí hacia la ventana. Me volví y la dije antes de salir: "Te quiero Sandra, no te olvidaré".

- Yo también te quiero Sleggar - comenzó a llorar - Te amo....




Capítulo Cuarto: La Dama de la Noche
La Paz 10 de marzo 2012

- Sandra - exclamé al entrar por la ventana.

- Veo que las viejas costumbres no cambian Sleggar - dijo Sandra que se encontraba sentada en el sillón cercano a la cama - Sigues con el mismo hábito de entrar por la ventana.

- Y tú sigues con las mismas costumbres de desaparecer. - contesté enojado - creía que habías desaparecido.

- Y lo hice. Aún recuerdo aquella noche en la que nos despedimos. Tu sorpresa al saber que yo era una ghoul. Desde que nos separamos ha pasado demasiado tiempo. Sabes, cuando me enteré de que volvías a La Paz decidí venir a verte.

- ¿Por qué ahora y no antes? Te intente buscar y no conseguí encontrarte. ¡Ése maldito Gangrel sabía muy bien cómo hacerte desaparecer!

- ¿Manuel? Sí, realmente es un buen mentor. Gracias a él tuve la oportunidad de volver a verte. Sin embargo lo que ocurrió hace tanto tiempo nos mantuvo el uno y el otro alejados. No obstante ahora tengo algo importante que decirte. Algo muy importante.....




La Paz 8 de junio 1840
Los años habían pasado desde que hablara por última vez con Sandra. Seguía viéndola aunque me tuviera que ocultar en las sombras. Me entristecía ver como se iba consumiendo y marchitando lentamente, delante de mis narices y no poder hacer nada. Finalmente su cuerpo no resistió más y murió.

Un par de meses después había abandonado completamente la esperanza. Mi ilusión. Me volví mas retraído. Evaluna se daba cuenta de ello. Sleggar, me decía, sé que el dolor es abrumador. La muerte de Sandra ha sido un duro golpe para ti, pero tienes que acostumbrarte a ello. Ahora eres un ser inmortal y por desgracia verás morir a muchos seres queridos.

El paso del tiempo no hacía más que aumentar en mí la rabia y la frustración. Me sentía culpable por haber sido la causa de la muerte de Sandra. Durante un tiempo había refrenado mi ira de venganza contra Beatriz por haberme acusado injustamente. Pero tras la muerte de Sandra mi rabia me cegó la voluntad.

Una noche partí en busca de Beatriz y saciar mi sed de odio y dolor.

La encontré en su dormitorio, durmiendo.

- Despierta. Vamos Beatriz despierta.

- ¿Quién es? - dijo mientras se despertaba.

- Soy el fruto de tus actos. El dolor y el miedo. Soy la venganza.

- ¿Sleggar? - su rostro se llenó de terror - No puede ser, estás muerto. Estas muerto.

- Gracias a ti estúpida zorra. Ahora he venido para hacerte pagar por tus actos. Tus celos llevaron a la muerte a la persona que más amaba. Por ello debes pagar.

- Lo siento Sleggar, no quería hacerle daño. Los celos me cegaron. Yo te quería - las lágrimas brotaron de sus ojos - ¡Oh Dios no me mates! Por favor no me mates.

- ¿Matarte? Sí, ¿Acaso crees que la muerte será suficiente para pagar por todo el dolor que me has hecho pasar? O no. Te haré justamente lo mismo que me has hecho a mí. Te privaré de tu ser más querido. Dime Beatriz ¿No echas de menos el llanto de un niño?

- ¿Mi hijo? - Beatriz se sobresaltó y corrió hacía el cuarto donde tenía al niño – Sleggar por favor dime ¿dónde está mi hijo? Por favor devuélvemelo es lo único que me queda tras la muerte de su padre.

- Ahora es mío. Aprende a sufrir tanto como he sufrido yo al perder a un ser querido.

Desaparecí por la ventana dejando a Beatriz de rodillas en el suelo, con las manos puestas tapándose la cara y llorando.

Llegué a mi refugio. Enseguida el niño comenzó a llorar. Allí le tenía delante de mí.

- ¡Cállate de una vez! - el niño siguió llorando y ahora lo hacía más fuerte que antes - ¡Te quieres callar de una vez! - grite de nuevo - Me acerqué a él y le levanté. El niño siguió llorando más fuerte.

Me dirigí a la cocina para prepararle algo de comer. Cuando volví, el niño había desaparecido. Me asusté y comencé a buscarle por todo el edificio.

- ¿Buscas algo, Sleggar? - La voz procedía de Enrique, él y yo no nos llevábamos muy bien precisamente - ¿Desde cuándo te has convertido en una niñera? - Comenzó a reírse.

- Suelta al niño Enrique, él no te ha hecho nada.

- Si, pero imagínate la cara de Luna cuando se enteré de que su chiquillo ha secuestrado al hijo de un humano al que luego mató.

- Enrique, jamás creí que fueras capaz de hacerle daño a un inocente bebé sólo para poder vengarte de mí. Suéltalo ahora mismo.

- Creo que tienes razón, lo soltaré ahora mismo.

Enrique usó su celeridad para acercarse a la ventana y lanzar al bebé por ella. Mi refugio se encontraba a tres pisos de altura. No lo dudé y me arrojé por la ventana para poder intentar alcanzar al niño. Usando celeridad forcé todo mi ser para poder alcanzarlo. Encaramando mis brazos buscando algo a lo que agarrarme y frenar la caída. Usando una fuerza sobrehumana e hincando los dedos en la pared. El dolor era desgarrador, frené la caída, pero el impacto contra el suelo fue terrible, miré al niño. Se encontraba perfectamente.

- Bien pequeño, va siendo hora de volver a casa. Ya ajustaré cuentas con ese bastardo.

Primero la sorpresa, y después la alegría de volver a ver a su hijo se apoderaron de Beatriz. Mientras lo abrazaba y lloraba miró a Sleggar y le preguntó: ¿por qué?

- Quería hacerte ver todo el dolor que me has hecho - dije - Pero a diferencia de mí, tu no lo perderás. El dolor y la rabia aún anidan en mi corazón, pero matarte jamás me devolverá a Sandra, y si te matara dejaría a esta pobre criatura a merced de su suerte.

- Gracias - contestó - muchas gracias

- Espero que sepas cuidar de esta criatura. Pese a que me ha estado toda la noche llorando me lo he pasado muy bien - acerqué mi rostro al niño, este comenzó a reír - ¿verdad que sí, diablillo?

Comencé a andar por las calles de La Paz. En cierto modo había apaciguado mi sed de venganza. Sin embargo el recuerdo de ella aún persistía en mi mente. De pronto una voz entre las sombras interrumpió mis pensamientos.

- ¿Por qué no mataste al niño?

- El no merecía morir - contesté - no tiene la culpa de lo que ha pasado

- Vaya, Sleggar ¡No has cambiado nada!

Atónito me giré. Mi sorpresa fue enorme al ver delante de mí a una mujer. Supongo que pasarían un par de minutos o quizás fueran sólo unos segundos antes de que reaccionara y dijera su nombre:

……….

Sandra



Capítulo Quinto: Antiguos Conocidos

La Paz 10 de marzo 2012

- ¿Qué tienes que decirme Sandra? - Dije bruscamente a la muchacha.

- Paciencia Sleggar, hace demasiado tiempo que no nos vemos. ¿Podríamos tomar algo y charlar de lo que nos ha ocurrido en estos últimos años?

- ¿Charlar? - La brusquedad con lo que lo dije hizo retroceder un poco a Sandra - ¿Acaso quieres qué hablemos? ¿Después de que desaparecieras y te fueras con Miguel?.

- Sleggar - Sandra esbozó una sonrisa - ¡Veo que no has cambiado nada!

- Sandra te extrañe tanto.

Los dos nos abrazamos.



La Paz 8 de junio de 1845
Sandra grité. Ante mí tenía de nuevo a la persona que creía muerta. Durante años lloré su muerte y ahora me la encuentro delante de mí, igual que siempre, tan hermosa como antaño. De nuevo volvía a tenerla frente a mí.

- Sleggar, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos viéramos por última vez?

- Un año Sandra - respondí con asombro - Ha pasado un año desde que me llegó la noticia de tu muerte. Por favor, dime que no es un sueño. Que es real. Jamás creí que volvería a verte... Por favor, dime que no son imaginaciones mías.

- No Sleggar, soy yo, he vuelto por ti. Aunque en este último año han cambiado un par de cosas. Ahora no soy tampoco humana del todo.

- ¿Eres una vampiro?

- No Sleggar no soy un vampiro. Aunque el que te esté viendo ahora se lo debo a uno. Un gangrel llamado Manuel. Él me ha convertido ahora en una ghoul. Aunque me ha pedido que me una con él en un viaje que está iniciando por toda América. Pero tranquilo Slegg, de vez en cuando vendré a verte. Tan sólo tengo que cumplir la promesa que le hice a Manuel. Cuando terminemos el viaje volveremos a estar juntos. Juntos en toda la eternidad.

- ¿Me estás diciendo que tras todo este tiempo, de nuevo tengo que renunciar a verte?

- Sólo por un tiempo. Manuel es un vampiro con muchos negocios y por ahora me ha pedido que le acompañe. Pero tranquilo, simplemente será hasta que cierre un trato en Hungría. Pero no nos pasemos la noche lamentándonos. Ahora que volvemos a estar juntos disfrutemos de la noche.

Los años pasaron. Cada cierto tiempo Sandra volvía a La Paz. Sin embargo un día agosto de 1848. Me encontraba yo en Sucre en lo que era mi refugio me encontré una carta en mi escritorio.

"Querido Sleggar. Muy a mi pesar tengo que partir. Mis compromisos con Manuel se han vuelto más importantes y ahora me impiden que esté todo el tiempo que desearía contigo. Por favor espero que me perdones. Te quiero."

Sandra.



Aquella fue la última vez que la supe de ella






La Paz 10 de marzo del 2012


Nos dirigimos al refugio que tenía en La Paz y allí conversamos. La velada fue tranquila, hasta que en un momento el rostro de Sandra se puso serio.

- Sleggar - su voz parecía cansada - Lo que tengo que decirte es importante, y no sé como reaccionarás, pero te suplico que lo entiendas.

- ¿Qué pretendes decirme Sandra?

- Lo que tengo que decirte es... - tomo un respiro - que ya no te quiero Sleggar. No siento por ti lo que sentía antes. Todo este tiempo no ha hecho más que separarnos. Lo siento pero no puedo seguir fingiendo algo que no siento. Ahora por favor deja que me marche y no me preguntes nada más - Sandra comenzó a llorar - por favor no me sigas.

Me sentía dolido. Mi alma se partió cuando la vi marchar. Jamás creí que ocurriría esto. Tras tanto tiempo sin vernos.

Sandra salió del refugio. Fuera se encontraba Lazarus.

- ¿Cómo te ha ido?

- Quisiera decirte que bien - Sandra se limpió las lágrimas - No sabes lo doloroso que ha sido tener que mentirle. Cuán difícil me ha sido tener que decirle que no le amaba, cuando en verdad es todo lo contrario.

- Sabes que era necesario. Es primordial que Sleggar reciba instrucción de los Caballeros de la Muerte. Nuestro enemigo se ha hecho más poderoso y tras la muerte de Luna, es el único que nos queda activo.

- Espero que no te equivoques Lazarus, porque juro por lo más sagrado, que si he tenido que renunciar a Sleggar para verlo morir juro que te arrancaré tu jodido corazón. - Sandra comenzó a andar y se perdió en la noche.

- Y yo Sandra, espero no equivocarme. Y si lo he hecho, que el cielo me perdone por haberos fallado a los dos.

Seguía recostado en el sillón cuando Lazarus irrumpió en la estancia. Se dirigió a mí y con mirada fría me dijo: "Es la hora, tienes que venir conmigo".

- ¿Adonde tengo que ir Lazarus? - le propiné un puñetazo en el rostro - ¡Tú lo sabías jodido hijo de puta! ¡Tú lo sabías!

- Aún sigues siendo temperamental - dijo mientras limpiaba la sangre que le salía del labio inferior - Pero lo que tenemos que hacer ahora es más importante que cualquier otra cosa. Lástima que a Luna no le diera tiempo a decirte toda la verdad.

- ¿De qué coño estás hablando Lazarus?

- De Luna y su implicación en los caballeros de la muerte. Y aunque no lo sepas. Tú Sleggar eres el último de ellos.




Capítulo Sexto: El Caballero de la Muerte

"¿Querrás saber que son los caballeros de la Muerte?, comenzó a decir Lazarus, hace mucho tiempo que existen y de hecho Luna fue parte de ellos. Con su muerte te dejó el legado a ti. Deberás saber que los caballeros de la muerte fueron fundados por el sire de Luna, Gica. Luchaban contra un vampiro que pretendía dominar Bolivia. Consiguió infiltrar a varios de sus seguidores en las altas esferas de la sociedad. Tú conociste a uno de ellos. Salmeron. Su muerte no le gustó mucho a su señor y eso te ha convertido en blanco suyo. Luna consiguió joderles bien ¿lo sabías? Consiguió frustrar los planes de ese sucio vástago. Sin embargo le tendieron una trampa y la mataron.

Con el paso del tiempo este vampiro se ha vuelto más poderoso y necesitamos que el último de los caballeros de la muerte luche contra él. No lo harás solo, pero tú serás quien les guíe en esta guerra que está a punto de iniciarse. Debes aceptar esta carga. Sé que es demasiado pedir. Pero era lo que Luna hubiese deseado."

Durante unos momentos me lo pensé. ¿Qué podía perder? Ya no tenía nada que perder, ni el amor de Sandra ni amigos. Además, así podría vengar realmente la muerte de Evaluna. Acepté.

Lazarus me dio una máscara con un extraño tribal en el ojo izquierdo y dos dagas. Me dijo: "eran de Luna, quería que las tuvieras si a ella le ocurriese algo".

Durante los tres días siguientes Lazarus me fue instruyendo en lo que respecta a las técnicas de los Caballeros.

El 13 de marzo me dirigí a Lazarus y le dije

- Tengo que partir. Tengo un asunto pendiente en Praga. Pero antes de irme quería decirte que esto lo hago por Evaluna. No por ti, ni por evitar que ese vampiro conquiste América. Tenlo en cuenta Lazarus.

Abandoné las estancias de Lazarus y miré a la luna llena: También lo hago por ti Sandra.

Lazarus llenó una copa. Bebió de ella.

- Bien Sleggar, ya va siendo hora de que empieces a comportarte como lo que eres. Lo que por destino te ha sido elegido, un asesino.




Capítulo 7 ¿Qué quieres saber de mi?

La Paz Octubre de 1840

"Los torturadores eran muy regulares en sus hábitos, siempre se marchaban a la puesta del sol. Lentamente abrí los ojos, no estaba solo en la celda. Los enmohecidos huesos de mis compañeros aún colgaban de los grilletes que les habían estado reteniendo durante años. Una gélida brisa se filtraba por las grietas de las paredes de piedra. El carcelero volvió a aparecer trayendo consigo un cuenco que contenía una onza de pan y un vaso de agua. "La única comida del día" - pensé yo. De nuevo apareció para llevarse los restos. Sin embargo esta vez no venía solo. Junto a él se encontraba un hombre alto. Su cabello gris recogido permitía ver la palidez de su rostro y su mirada insensible. Su mirada fija en mi. Sólo cuando el carcelero se dirigió a él supe su nombre, Salmerón.

Los días se fueron sucediendo, lentamente, tortura tras tortura. Ya sólo esperaba la muerte como una liberación bienvenida. Sin embargo ésta no llegaba.

Algún tiempo más tarde, me despertó un sonido familiar. El rumor de los pasos al acercarse hacían que mi temor aumentara. La puerta se abrió y allí apareció Salmerón. Junto a él iban dos hombres corpulentos. Me ataron y amordazaron. Después me golpearon hasta que perdí el conocimiento.

La consciencia volvía a mí. Pude ver como me encontraba en medio de un bosque, desnudo y con el cuerpo ungido en sangre. Sentado en una roca frente a mí se encontraba Salmerón. Sonreía y me miraba. Se puso en pie y se me acercó.

- Sangre de Vástago, el mejor reclamo para los hombres-lobo. Sí chico, has oído bien, hombres lobo como los que hablan las leyendas. Al igual que los vampiros. De hecho yo también lo soy, un vampiro quiero decir, pero eso ya no importa no podrás salir vivo de este bosque sin que un garou haya desgarrado tu cuerpo. ¿Sabes? hay veces que pienso que soy demasiado imaginativo. Pero en fin... ahora si no te importa me marcharé de aquí antes de que nos encuentren a los dos. Adiós.

"¿Hombres lobo, vampiros?" - pensé - "¿Cómo demonios me había metido yo en esta situación?. Joder, yo no había hecho nada para acabar sentado ante un tribunal y morir a manos de un hombre lobo."

Mientras mi mente divagaba en mis pensamientos una mujer apareció delante de mí. Me sobresalté pues no le había sentido llegar. Era una mujer de unos treinta años, de tez blanca como la nieve y debía de ser noble por la forma de vestir que tenía.

- ¿Sleggar, me equivoco? - dijo - veo que estas en una situación difícil. Voy a ir al grano. Verás el hombre que te ha dejado aquí a tu suerte como ya sabrás se llama Salmerón. Lo que no sabes es que se trata de un vampiro. Un ventrue como nosotros les llamamos. ¿Qué quien soy yo? pues me llamo Evaluna, una Brujah. Pero bueno, como te he dicho antes voy a ir al grano, te puedo ayudar a escapar de tu terrible condena. Pero claro todo tiene un precio y la pregunta es si estas dispuesto a pagarlo. ¿Aceptas?

Ante la posibilidad de vengarme de Salmerón acepté. Así, esa misma noche fui abrazado y convertido en un vampiro. Aprendí todas las costumbres de los vampiros. Fui relacionándome con los grupos anarquistas de Bolivia, de los cuales pude saber que Salmerón había entablado contacto con ellos para preparar un golpe de estado y así reemplazar al Príncipe Fernando en el poder.

Rondaba el año 1845, cinco años después de que me convirtiera en vampiro, cuando mi sire me reveló su relación con Salmerón.

- Salmeron y yo fuimos muy buenos amigos, ¿sabes? - me dijo un día - pero el ansia de poder se apoderó de su mente y fuimos distanciándonos con el paso del tiempo. Hará ya un par de siglos de eso. Durante una temporada perdí contacto con él, pero no fue hasta que me trasladé a La Paz, siendo ya un vampiro, cuando volví a verle, convertido en un ventrue que había ido haciéndose un hueco en la nobleza vampírica de la época. Yo sabía muy bien que Salmerón no debía fidelidad a nadie y que preparaba algo gordo contra Fernando, pero claro, ¿quién soy yo para acusar a un ventrue ante el príncipe, y menos sin pruebas?. Pero no te creas que no tuve ocasión de frustrar sus planes. En más de una ocasión le he fastidiado sus intentos de derrocar a Fernando. Sin embargo mis actos eran demasiado evidentes y pronto fui el centro de su atención. Desde entonces llevamos peleando entre nosotros.

Te cuento todo esto porque sé que está preparando algo grande. Nuestros aliados anarquistas me han hecho llegar rumores de que se han movilizado un grupo y pretenden levantarse contra Fernando y dejar a Salmerón al poder. Debemos impedirlo. Sólo veo una solución, pero debo ir sola. Si por cualquier motivo no regresara, espero que continúes con lo que he iniciado. Sé que puedo confiar en ti, Sleggar.

La tenue luz de la luna iluminaba ligeramente el rostro de mi sire, mientras le veía marchar. Sabía muy bien lo que iba a hacer. Sabía que iba a retar a un duelo a Salmerón, y que sería hasta que uno de los dos muriera. Pero, con lo que mi sire no contaba era que Salmerón ya había previsto esto y le tendió una trampa.

El largo paso de las horas no hacía sino que aumentar mi nerviosismo y mi temor a que mi sire fallara. Decidí seguirle el rastro. Esperando no llegar demasiado tarde. Cuán equivocado estaba. Al llegar al claro del bosque vi tendido en el suelo el cuerpo de Evaluna, totalmente magullado y herido, me acerqué a ella, al acercarme dijo " Fue una trampa, me tendieron una trampa... Sleggar elimina a ese jodido ventrue... antes de que... Perdió el conocimiento. En aquel momento mi sire entró en letargo. Allí vi una oportunidad para poder vengarme de Salmerón, había oído hablar de la diablerie, sabía que al absorber la esencia de mi sire me haría más poderoso. Así que allí mismo diabolicé a mi sire y partí buscando venganza.




13 de Marzo de 2012

Durante los años que continuaron declaré una guerra encubierta contra Salmerón. Frustraba todos los planes que podía, pero no eran suficientes. Salmerón tenía demasiada influencia para salir bienparado y los grupos anarquistas apoyaban su intento de golpe. Cuando pensé que mi única alternativa era destruirle, algo cayó en mis manos, que hizo que la posibilidad de destruir a Salmerón fuera posible.

Berek Ben Hassan, otro ventrue al que no le interesaba que Salmerón se hiciera príncipe. Con las nuevas pruebas fue fácil acusar a Salmerón ante el príncipe y condenarle a la muerte. Aún cuando fue fácil destruir a Salmerón aun queda aquel vampiro que jalaba los hilos de la marioneta Ventrue Aún queda mi venganza por la pérdida de Evaluna, por la pérdida de mi amor sobretodo por la pérdida de mi vida.

Como diría el viejo Nietzche: "Lo que no pueda destruirme me hará más fuerte".....

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