Día 58: Cuando el piso se hace Mir#~€@ (Cráteres)

Si tienes tiempo y la flojera no te tiene atado al sillón viendo una película, es momento de hacer manualidades sencillas, por lo tanto este post tiene más de Art Attack, que de Warhammer... XD...  Ahí vamos.

Cuando cae un misil potente, cuando explota un vehículo, cuando una nave impacta contra el suelo, cuando... Bueno cuando hay un montón de ocasiones en el mundo de Warhammer 40.000 en las que se forman cráteres en los campos de batalla. Son, por tanto, uno de los elementos de escenografía más recomendables (de hecho hay situaciones en las que el propio reglamento aconseja ubicar un cráter) a nivel de juego, de los más vistosos y, como veremos, de los más sencillos de crear.


En los libros aparece una forma de hacerlos usando estructuras de poliestireno o cartón, y también se pueden comprar hechos de plástico (tan baratos como el resto del hobby, ¬¬). No obstante yo los hago, con resultados más o menos aceptables, con una sencilla mezcla de tres ingredientes: vulgar y abundante arena, agua y cola blanca. A priori todos son fáciles y baratos de conseguir. Esta mezcla es muy socorrida y sirve para rocas, rellenos, y una infinidad de utilidades. La clave es prepararla en las proporciones correctas. ¿Y cuáles son? Ni idea. Se calcula a ojo, fijándose en el aspecto de la masa. Lo que sí está claro es que de agua debe llevar sólo una parte por cuatro o cinco de cola blanca.

¿Cómo se prepara? Echándolo todo en un recipiente. Así a ojo de buen cubero y para empezar, el doble o triple de arena que de cola + agua. Revolvemos bien y debe quedar una masa pastosa; no debe estar demasiado viscosa, a saber: no debe deslizarse con facilidad si entornamos el recipiente. Tampoco debe estar fragmentada ni con grumos. Espesa, pero homogénea. Naturalmente, podremos añadir cola blanca o arena según convenga.


Una vez que tenemos la masa lista (la podemos usar en cuanto acabemos de prepararla) cogemos una superficie que servirá de base. Recomiendo usar una madera y más bien gruesa, de unos 4 ó 5 milímetros, ya que esta pasta desprende mucha humedad al secarse y una madera más endeble se combaría mucho. De cartón ni hablamos. Lo primero será dejar caer un trozo de la pasta sobre la base, sin importar cómo caiga. Obviamente el cráter saldrá mayor o menor según la pasta que echemos. Ahora tenemos que crear una especie colina, alisando los bordes y formando laderas. Para esto va bien una herramienta plana –la hoja de un cuchillo, espátula...-. Luego haremos un agujero en el centro e iremos abriéndolo, con movimientos rectos de dentro hacia fuera, como si dibujáramos los radios de la circunferencia. Para el paso final lo mejor es apartar los escrúpulos y utilizar los dedos; la pasta se quita fácilmente con agua mientras esté húmeda. Para dar el efecto apropiado tendremos que “pellizcar” la pasta; debemos hacer que las paredes internas del cráter queden ligeramente inclinadas en dirección contraria a las laderas de antes, que seguramente
tendremos que retocar, alisándolas de nuevo. Si notas que la pasta está muy líquida y no se mantiene en la forma que le queréis dar, como me ha pasado con el cráter de las fotos, basta para solucionarlo con espolvorearle arena por encima, no hace falta volver a revolver la masa. Ya sólo queda esperar que seque y pintarlo. Esta pasta tarda bastante en secar, como mínimo 24 horas e incluso tres o cuatro días si la construcción es grande.


Para pintarlo van bien tonos de marrón oscuro y negruzco, que den aspecto de suelo quemado y maltratado por las explosiones. No pondré fotos de cráteres pintados... porque con el pincel soy más vago que con otras herramientas. Sabréis que los cráteres están secos cuando dejen de sentirse húmedos o fríos al tacto y estarán además duros. Realmente duros. Durante al menos unas dos horas desde que los dejemos secando, los cráteres son susceptibles de recibir modificaciones o remodelados. Con la pasta que sobre, si sobra, podemos hacer rocas simplemente dejando caer pegotes sobre una base. Cráteres de todos los tamaños...


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